dimarts, 13 d’agost del 2013

Gedeonada

Llegint La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset em trobo amb la paraula GEDEONADA.

Com que es tracta d'una paraula que no faig servir en cada frase i no tinc ganes d'obrir l'ordinador, busco en el diccionari de la RAE en paper. No hi és.

Obro l'ordinador i tampoc hi és dins http://www.rae.es/rae.html

En canvi, la trobo a http://www.wordreference.com/sinonimos i també dins  http://es.thefreedictionary.com . El significat:

"perogrullada, gansada, simpleza, bobería, necedad"

En context:

Los filólogos — llamo así a los que hoy pretenden denominarse "historiadores" — practican la más deliciosa gedeonada cuando parten de lo que ahora, en esta fecha fugaz, en estos dos o tres siglos, son las naciones de Occidente, y suponen que Vercingetórix o que el Cid Campeador querían ya una Francia desde Saint-Malo a Estrasburgo — precisamente — o una Spania desde Finisterre a Gibraltar.
SEGUNDA PARTE. ¿QUIÉN MANDA EN EL MUNDO? Capítulo XIV - 7 pág. 227


Por tanto, el Estado nacional representaría un principio estatal más próximo a la pura idea de Estado que la antigua polis o que la "tribu" de los árabes, circunscrita por la sangre. De hecho, la idea nacional conserva no poco lastre de adscripción al pasado, al territorio, a la raza; mas por lo mismo es sorprendente notar cómo en ella triunfa siempre el puro principio de unificación humana en torno a un incitante programa de vida. Es más: yo diría que ese lastre de pretérito y esa relativa limitación dentro de principios materiales no han sido ni son por completo espontáneos en las almas de Occidente, sino que proceden de la interpretación erudita dada por el romanticismo a la idea de nación. De haber existido en la Edad Media ese concepto diecinuevesco de nacionalidad, Inglaterra, Francia, España, Alemania habrían quedado nonatas. Porque esa interpretación confunde lo que impulsa y constituye a una nación con lo que meramente la consolida y conserva. No es el patriotismo -dígase de una vez- el que ha hecho las naciones. Creer lo contrario es la gedeonada a que ya he aludido y que el propio Renán admite en su famosa definición.
SEGUNDA PARTE. ¿QUIÉN MANDA EN EL MUNDO? Capítulo XIV - 8 pág. 234



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