divendres, 4 de gener del 2013


La Vanguardia 04/01/2012

Eulàlia Solé

Pequeñas extravagancias

Algunas personas consideran que Melisa es extravagante. Por lo pronto, su nombre de pila ya es especial. Poco corriente, de hierba antiséptica y aromática. Ella lleva a sus hijos al cine y no sólo no les compra palomitas sino que no entiende como otras madres, o padres, se quejan del precio que les cobran. Y aún menos cuando estos colocan en el mismo saco entrada, cereal y botella de agua para decir que ir al cine resulta caro. Ella distingue bien entre una cosa y las otras dos, y si sus críos insisten en comer palomitas –algo que puede molestar sobremanera–, tuesta en casa 50 céntimos de maíz y obtiene una gran bolsa; y luego, si conviene, prepara otra. Agrega una o dos botellas de agua y, santas pascuas. El cine cuesta lo que consta en las localidades, y nada más.

Sus extravagancias, sin embargo, no acaban aquí. Ella detesta la costumbre de que las mujeres hayan de besar y ser besadas cuando saludan y son saludadas por quienes no son ni parientes ni amigos. En nuestra cultura, los hombres entre sí se estrechan la mano, pero cuando hay una mujer de por medio, besuqueo por aquí, besuqueo por allá. Y así desde la modesta empleada hasta las altas dignatarias, incluida una férrea dama como Angela Merkel. “¡Qué poca higiene y qué devaluación del beso por cariño!”, se dice Melisa en su fuero interno. En consecuencia, ella alarga la mano y no pone la cara, igual que hacen los hombres, que en esto sí quiere imitarlos, aunque ello le cueste ser tachada de antipática, y de rara, por descontado.

También le fastidia que la gente se exprese cada vez peor. Pobreza de léxico, verbos mal conjugados, palabras soeces a porrillo, incuria de los profesionales de la escritura, y aún más de los medios audiovisuales, en cuanto a buscar sinónimos para no repetir vocablos muy seguidos. Lamenta Melisa que la gramática sea menospreciada, y quienes así lo hacen la ven a ella como una excéntrica, atenta, entre otras manías, a la normativa de no usar el mismo término hasta diez o doce líneas más abajo. ¿Qué importancia tiene eso? ¿Acaso proporciona dinero, prestigio, rapidez? Entiende que es eso lo que piensan los no excéntricos. No obstante, en este año 2013 ella está dispuesta a mantenerse en sus trece, tanto en este aspecto como en otros. Sabe que ir a contracorriente puede ser duro, pero también saludable.

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